En abril, una misteriosa hepatitis infantil irrumpió en medio mundo: ahora sospechamos que tiene mucho que ver con el COVID, pero no como habíamos imaginado

Salud

El 12 de abril de 2022, el Centro Europeo de Control de Enfermedades emitió una alarma por una hepatitis aguda de origen desconocido que ya afectaba a más de 60 niños en Inglaterra. En pocos días, docena y media de países empezaron a detectar casos de esta extraña enfermedad. Casi 20 niños tuvieron que recibir trasplantes de urgencia.

La alarma duró apenas unas semanas y hubo decenas de teorías sobre el origen de la misteriosa enfermedad. Sin embargo, hemos tenido que esperar hasta ahora, con todos los datos encima de la mesa, para que los científicos empiecen a explicar qué paso realmente esos días.

La explosión de una nueva enfermedad. El 5 de abril de 2022, la Organización Mundial de la Salud notificó diez casos de hepatitis aguda severa en el centro de Escocia. Para el 8 de abril, en Reino Unido se contaban 74 casos. No era raro que aparezcan casos de hepatitis de origen desconocido. Se trata, de hecho, de algo bastante común y en los servicios de urgencias se reciben cada año cientos (o incluso miles) de pacientes con alteraciones hepáticas de etiología poco clara. Lo llamativo era que todos los pacientes tenían menos de diez años, se habían descartado los virus de la hepatitis (A, B, C, E y D), así como otras posibles causas parecidas y los casos habían aparecido de repente. ¿Qué estaba pasando?

Era un adenovirus, pero no el que pensábamos. Tras darle muchas vueltas, los científicos se concentraron en la familia de los adenovirus, pero ninguno parecía encajar. Fue entonces cuando se dieron cuenta de que había niveles muy altos del virus adenoasociado humano tipo 2 (AAV2). Hasta ese momento, nunca se había asociado ese virus con una enfermedad; fundamentalmente porque el AAV2 no puede replicarse a sí mismo, nunca se da en grandes concentraciones y eso limita mucho su capacidad de hacer daño.

¿Por qué ahora sí? Es curioso, pero todo parece indicar que el AAV2 sí puede replicarse en presencia de otro virus (un adenovirus normal o, en casos más raros, un virus del herpes llamado HHV6). Hasta ahora, esos virus no «coincidían en el tiempo». Es decir, la circulación estacional de virus los mantenía separados y las posibles epidemias de esos distintos virus no se solapaban en ningún momento: habría casos, claro, pero eran tan aislados que no llamaron la atención hasta este año.

Pero llegó el COVID. El COVID, como hemos visto en media docena de ocasiones, ha provocado que todas las enfermedades infecciosas «se vuelvan locas» y aparezcan en fechas inesperadas. Lo que hasta el momento parecía inocuo, se ha convertido en una bomba de relojería.

¿Por qué es importante todo esto? Más allá de encontrar la clave de la misteriosa hepatitis infantil, lo cierto es que esto es una llamada de atención sobre cómo pequeños cambios sociales pueden tener consecuencias enormes. En los últimos días, hemos visto datos del aumento de ictus en Andalucía sin que esté muy claro el motivo y este es solo uno de los ejemplos de cambios en la «geografía» de las enfermedades que están empezando a surgir. Toca estar atentos, ser creativos y trabajar por buscar cierto orden en el caos que nos ha dejado la pandemia.